Asesinos y Pizzas
En cada entrada, un asesino y una receta de pizza
domingo, 26 de diciembre de 2010
jueves, 16 de diciembre de 2010
Madame de Brinvilliers
Marie-Madeleine-Marguerite d'Aubray (22 de Julio de 1630 - 17 de Julio de 1676, Francia), era la marquesa de Brinvillier-La-Motte y también una concienzuda envenedadora. Sus venenos eran distribuídos por doquier para proporcionarle ganancias económicas, satisfacciones personales, y libertad a la hora de relacionarse con sus muchos amantes.
Aun cuando estaba casada ya con el marqués de Brinvilliers, tanto su marido como ella tenían sus propias relaciones con otras personas, sabiendo cada uno de las del otro. Sin embargo, el padre de la joven, Antoine Dreux d’Aubray, que sostenía un sin fin de títulos nobles y políticos, se escandalizó terriblemente al descubrir al amante de su hija, un hombre llamado Godin de Sainte Croix, y lo envió a prisión. Fue allí donde este aprendió sobre venenos, para instruír luego a su esposa: Sainte Croix sería cómplice de toda su carrera criminal.
Cuando su amante fue liberado, la marquesa ya estaba decidida a asesinar a su padre, lo que le proporcionaría grandes ventajas: obtendría una cuantiosa herencia, se vengaría por el encarcelamiento de Sainte Croix, y, además, se podría olvidar de disimulos a la hora de acostarse con tantos hombres como quisiera.
Sin embargo, aun siendo una mujer terriblemente decidida, Marie quiso hacer pruebas antes de cometer el crimen. Empezó a visitar a pacientes de los hospitales, a los que obsequiaba con viandas y dulces, mediante los cuales probaba los venenos que fabricaba. Así, muchos de estos enfermos fallecían como conejillos de indias de la envenedadora, que terminó descubriendo cómo envenenar sin dejar rastros que los médicos pudieran detectar.
Finalmente asesinó a su padre, administrándole de 28 a 30 dosis de veneno en distintas comidas. Entre terribles sufrimientos que se achacaban a una enfermedad, Antoine Dreux d’Aubray murió, se creyó que por causas naturales.
Sin embargo, la herencia recayó en su mayor parte en los hermanos de Marie: imparable, se puso en marcha para asesinarlos también. Tras varios intentos logró matarlos, con ayuda de un criado de confianza llamado La Chaussée.
También intentó matar, sin conseguirlo o echada atrás tras las primeras dosis de veneno, a su marido, su hija, y su amante Briancourt.
Godin de Sainte Croix, el principal cómplice de la envenedadora, poseía un baúl repleto de cartas de la marquesa de Brinvilliers, que la implicaban en todos sus crímenes. Al morir este en un accidente en su laboratorio de alquimia, la asesina fue descubierta y apresada gracias al descubrimiento de dichas cartas.
Mostrándose dura al principio, al final confesó tras ser ablandada por un piadoso abad. Sin embargo, la tortura que había de sufrir era obligatoria. Se le aplicó la tortura del agua, que consistía en hacer ingerir al torturado enormes cantidades de líquido, hinchando su vientre monstruosamente y provocando así fuertes dolores.
Tras la tortura, Madame de Brinvilliers fue decapitada, y su cuerpo fue quemado.
Pizza Madame de Brinvilliers
La pizza de hoy es de sabor fuerte y salado, con su toque picante, pero tened cuidado, tampoco os paséis bebiendo agua porque os puede doler la barriga.
La base de la pizza la untamos con una fina capa de mostaza "a la antigua", de esta que es en granos, no salsa. No le ponemos tomate. Luego echamos trozos gordos de queso fresco de untar (Philadelphia o similar) que haría las delicias de los paladares franceses de la época de Brinvilliers.
Como véis, esta se trata de una pizza bastante experimental: del mismo modo que la marquesa experimentaba con sus venenos, nosotros lo hacemos con nuestras pizzas en la cocina. Pero la prueba ya está hecha y el resultado es satisfactorio.
Seguro que alguno de los enfermos que recibían las atenciones de Marie de Brinvilliers notó un sabor extraño y fuerte en sus alimentos. Pero, ¿por qué iba a hacerle un feo a aquella amable mujer? Nosotros también vamos a darle un toque fuerte, además del de la mostaza, a nuestra pizza, añadiéndole guindilla.
Finalmente, lo cubrimos todo con mozzarella, muy útil si pretendemos disimular cualquier veneno que hayamos echado.
En la foto, la pizza antes de echarle la mozzarella y meterla al horno.
Ingredientes:
-Mostaza "a la antigua"
-Queso fresco de untar
-Guindilla
-Mozzarella
¡Buen provecho!
Aun cuando estaba casada ya con el marqués de Brinvilliers, tanto su marido como ella tenían sus propias relaciones con otras personas, sabiendo cada uno de las del otro. Sin embargo, el padre de la joven, Antoine Dreux d’Aubray, que sostenía un sin fin de títulos nobles y políticos, se escandalizó terriblemente al descubrir al amante de su hija, un hombre llamado Godin de Sainte Croix, y lo envió a prisión. Fue allí donde este aprendió sobre venenos, para instruír luego a su esposa: Sainte Croix sería cómplice de toda su carrera criminal.
Cuando su amante fue liberado, la marquesa ya estaba decidida a asesinar a su padre, lo que le proporcionaría grandes ventajas: obtendría una cuantiosa herencia, se vengaría por el encarcelamiento de Sainte Croix, y, además, se podría olvidar de disimulos a la hora de acostarse con tantos hombres como quisiera.
Sin embargo, aun siendo una mujer terriblemente decidida, Marie quiso hacer pruebas antes de cometer el crimen. Empezó a visitar a pacientes de los hospitales, a los que obsequiaba con viandas y dulces, mediante los cuales probaba los venenos que fabricaba. Así, muchos de estos enfermos fallecían como conejillos de indias de la envenedadora, que terminó descubriendo cómo envenenar sin dejar rastros que los médicos pudieran detectar.
Finalmente asesinó a su padre, administrándole de 28 a 30 dosis de veneno en distintas comidas. Entre terribles sufrimientos que se achacaban a una enfermedad, Antoine Dreux d’Aubray murió, se creyó que por causas naturales.
Sin embargo, la herencia recayó en su mayor parte en los hermanos de Marie: imparable, se puso en marcha para asesinarlos también. Tras varios intentos logró matarlos, con ayuda de un criado de confianza llamado La Chaussée.
También intentó matar, sin conseguirlo o echada atrás tras las primeras dosis de veneno, a su marido, su hija, y su amante Briancourt.
Godin de Sainte Croix, el principal cómplice de la envenedadora, poseía un baúl repleto de cartas de la marquesa de Brinvilliers, que la implicaban en todos sus crímenes. Al morir este en un accidente en su laboratorio de alquimia, la asesina fue descubierta y apresada gracias al descubrimiento de dichas cartas.
Mostrándose dura al principio, al final confesó tras ser ablandada por un piadoso abad. Sin embargo, la tortura que había de sufrir era obligatoria. Se le aplicó la tortura del agua, que consistía en hacer ingerir al torturado enormes cantidades de líquido, hinchando su vientre monstruosamente y provocando así fuertes dolores.
Tras la tortura, Madame de Brinvilliers fue decapitada, y su cuerpo fue quemado.
Pizza Madame de Brinvilliers
La pizza de hoy es de sabor fuerte y salado, con su toque picante, pero tened cuidado, tampoco os paséis bebiendo agua porque os puede doler la barriga.
La base de la pizza la untamos con una fina capa de mostaza "a la antigua", de esta que es en granos, no salsa. No le ponemos tomate. Luego echamos trozos gordos de queso fresco de untar (Philadelphia o similar) que haría las delicias de los paladares franceses de la época de Brinvilliers.
Como véis, esta se trata de una pizza bastante experimental: del mismo modo que la marquesa experimentaba con sus venenos, nosotros lo hacemos con nuestras pizzas en la cocina. Pero la prueba ya está hecha y el resultado es satisfactorio.
Seguro que alguno de los enfermos que recibían las atenciones de Marie de Brinvilliers notó un sabor extraño y fuerte en sus alimentos. Pero, ¿por qué iba a hacerle un feo a aquella amable mujer? Nosotros también vamos a darle un toque fuerte, además del de la mostaza, a nuestra pizza, añadiéndole guindilla.
Finalmente, lo cubrimos todo con mozzarella, muy útil si pretendemos disimular cualquier veneno que hayamos echado.
En la foto, la pizza antes de echarle la mozzarella y meterla al horno.
Ingredientes:
-Mostaza "a la antigua"
-Queso fresco de untar
-Guindilla
-Mozzarella
¡Buen provecho!
lunes, 13 de diciembre de 2010
Richard Ramírez
Ricardo "Richard" Leyva Ramírez (29 de febrero de 1960, El Paso, Texas) es un violador en serie y uno de los asesinos más salvajes y crueles del siglo XX. Mantuvo sumida en el terror a la población de la ciudad de Los Angeles durante 1985. Auto declarado adorador de Satán ante sus víctimas y las cámaras (tras su arresto), los asesinatos de Ramírez adquirieron el tinte mediático de satánicos, en una época en la que los supuestos crimenes de esta índole sembraban pánico en los medios estadounidenses.
Nacido el menor de cinco hermanos, de padres inmigrantes, sobre la infancia de Ramírez cabe destacar su relación con su adorado primo mayor, Mike, un veterano de Vietnam que le enseñaba fotos de los horrores de la guerra, tomadas por él mismo, mientras presumía de haber torturado y matado a las mujeres mostradas. Delante de un Richard Ramírez de trece años de edad, Mike disparó en la cabeza a su esposa, llegando incluso a salpicar de sangre al muchacho.
Richard Ramírez, desde su juventud, fue un asiduo consumidor de marihuana, heavy metal y azúcar. Tal era su pasión por el dulce, y, probablemente en mayor medida, su escasa higiene bucal, que sus dientes se pudrieron pronto. Su pestilente aliento era un rasgo que se señaló en varias descripciones realizadas por sus víctimas supervivientes.
Estas aficiones, aparentemente tan inocentes, no eran las únicas que tenía Ramírez, ya que también gustaba de robar coches, y posteriormente, casas.
Y fue robar casas lo que siguió haciendo hasta su arresto, pero en el proceso cometió crímenes tan brutales que difícilmente son comparables al robo. Con su cinta favorita de ACDC en el walkman, el "Night Stalker" (acechador nocturno, como lo bautizó la prensa) salía a la calle y elegía a su víctima o víctimas, y, siempre por las noches, se colaba en sus hogares para desatar sus fantasías de pesadilla.
Ramírez acababa rápidamente con los hombres adultos, disparándoles en la cabeza o apuñalándolos: eran un mero obstáculo para cebarse con las mujeres. Féminas de cualquier edad eran atadas mientras Ramírez registraba y robaba sus hogares. Luego, eran violadas vaginal, anal y oralmente, y muchas veces asesinadas, golpeadas hasta la muerte con las manos u objetos contundentes, o apuñaladas y mutiladas hasta la extenuación. Sin embargo, a algunas las dejaba vivir, normalmente después de agredirlas sexualmente. También violó al menos a un niño (después de matar a su padre y violar también a su madre) y asesinó a una niña, y mató a más de una anciana: las víctimas de Ramírez se enmarcaban entre los ocho y los más de ochenta años, absolutamente nadie estaba a salvo.
Los cadáveres eran encontrados en sus hogares con pentagramas dibujados con pintalabios, golpes, mutilaciones salvajes a cuchillo, o incluso sin ojos.
La cobertura mediática que se dio al caso del Night Stalker parecía animarle, ya que, a una de sus víctimas, una joven, le preguntó tras disparar a su marido "¿Sabes quién soy?". Luego le confesó ser el asesino del que hablaba la televisión, y le obligó a declarar su amor a Satán repetidas veces, antes de forzarla a realizarle una felación. En este caso la dejó vivir, riéndose y huyendo del lugar del crimen.
Richard Ramírez fue capturado por civiles, tras intentar robar un coche en un barrio hispano. El dueño del vehículo lo descubrió in fraganti, y le atacó, haciendo caso omiso de sus amenazas. Al intentar Ramírez robar un segundo coche para huir, agrediendo y amenazando a la mujer propietaria, el marido de esta apareció y empezó también a perseguirle. En el revuelo resultante, un joven reconoció al Night Stalker de los retratos robot de televisión, y más personas se unieron a la persecución. Finalmente, el grupo formado lo redujo.
Ante el juez, Richard Ramírez mostró una estrella de cinco puntas invertida dibujada sobre la palma de su mano, mientras decía "Hail Satan!": una muestra del comportamiento del que haría gala durante todo su juicio.
Acusado de cuarenta y cinco cargos, trece de asesinato, Richard Ramírez fue condenado a diecinueve penas de muerte. Actualmente sigue en el corredor de la muerte, recibiendo cartas de sus muchas fans. Una de ellas, la editora Doreen Lioy, se casó con él en 1996.
Pizza Richard Ramírez
Para esta pizza no vamos a reparar en ingredientes fuertes y olorosos, que nos dejen un aliento bien apestoso, aunque seguro que no tanto como el del asesino de hoy, que llegaba incluso a producir arcadas a los que lo olían. Pero al comer esta pizza nadie tendrá arcadas, ni mucho menos, porque está muy rica.
Untamos la base con salsa de tomate, y luego echamos muchos trozos de queso azul. Los pedazos de queso, aterrados y pálidos, esperan por toda la pizza a ser atacados por nuestros dientes, igual que tantos ciudadanos a lo largo de la ciudad de Los Angeles perdían el sueño, con razón, por culpa del Night Stalker.
También añadimos cebolla, que va a contribuír a nuestro mal aliento y también a la deliciosidad de esta infernal pizza.
Y digo infernal porque va a picar mucho, ya que, después de cubrirlo todo con mozzarella, espolvoreamos pimentón picante de forma que dibujemos un pentáculo rojo sobre la pizza, como los que Richard Ramírez pintaba sobre los cadáveres de sus víctimas o en su propia mano.
En la foto podéis ver el bonito resultado. Si os queda bien, podéis hacer una foto también y enseñársela a vuestro primo pequeño, o a quien queráis. Incluso podríais mandársela a Richard Ramírez a prisión. En el corredor de la muerte no debe haber mucho que hacer, y creo que tiene fama de responder bastantes cartas.
Ingredientes:
-Salsa de tomate
-Queso azul
-Cebolla
-Pimentón picante
-Mozzarella rallada
¡Buen provecho!
Nacido el menor de cinco hermanos, de padres inmigrantes, sobre la infancia de Ramírez cabe destacar su relación con su adorado primo mayor, Mike, un veterano de Vietnam que le enseñaba fotos de los horrores de la guerra, tomadas por él mismo, mientras presumía de haber torturado y matado a las mujeres mostradas. Delante de un Richard Ramírez de trece años de edad, Mike disparó en la cabeza a su esposa, llegando incluso a salpicar de sangre al muchacho.
Richard Ramírez, desde su juventud, fue un asiduo consumidor de marihuana, heavy metal y azúcar. Tal era su pasión por el dulce, y, probablemente en mayor medida, su escasa higiene bucal, que sus dientes se pudrieron pronto. Su pestilente aliento era un rasgo que se señaló en varias descripciones realizadas por sus víctimas supervivientes.
Estas aficiones, aparentemente tan inocentes, no eran las únicas que tenía Ramírez, ya que también gustaba de robar coches, y posteriormente, casas.
Y fue robar casas lo que siguió haciendo hasta su arresto, pero en el proceso cometió crímenes tan brutales que difícilmente son comparables al robo. Con su cinta favorita de ACDC en el walkman, el "Night Stalker" (acechador nocturno, como lo bautizó la prensa) salía a la calle y elegía a su víctima o víctimas, y, siempre por las noches, se colaba en sus hogares para desatar sus fantasías de pesadilla.
Ramírez acababa rápidamente con los hombres adultos, disparándoles en la cabeza o apuñalándolos: eran un mero obstáculo para cebarse con las mujeres. Féminas de cualquier edad eran atadas mientras Ramírez registraba y robaba sus hogares. Luego, eran violadas vaginal, anal y oralmente, y muchas veces asesinadas, golpeadas hasta la muerte con las manos u objetos contundentes, o apuñaladas y mutiladas hasta la extenuación. Sin embargo, a algunas las dejaba vivir, normalmente después de agredirlas sexualmente. También violó al menos a un niño (después de matar a su padre y violar también a su madre) y asesinó a una niña, y mató a más de una anciana: las víctimas de Ramírez se enmarcaban entre los ocho y los más de ochenta años, absolutamente nadie estaba a salvo.
Los cadáveres eran encontrados en sus hogares con pentagramas dibujados con pintalabios, golpes, mutilaciones salvajes a cuchillo, o incluso sin ojos.
La cobertura mediática que se dio al caso del Night Stalker parecía animarle, ya que, a una de sus víctimas, una joven, le preguntó tras disparar a su marido "¿Sabes quién soy?". Luego le confesó ser el asesino del que hablaba la televisión, y le obligó a declarar su amor a Satán repetidas veces, antes de forzarla a realizarle una felación. En este caso la dejó vivir, riéndose y huyendo del lugar del crimen.
Richard Ramírez fue capturado por civiles, tras intentar robar un coche en un barrio hispano. El dueño del vehículo lo descubrió in fraganti, y le atacó, haciendo caso omiso de sus amenazas. Al intentar Ramírez robar un segundo coche para huir, agrediendo y amenazando a la mujer propietaria, el marido de esta apareció y empezó también a perseguirle. En el revuelo resultante, un joven reconoció al Night Stalker de los retratos robot de televisión, y más personas se unieron a la persecución. Finalmente, el grupo formado lo redujo.
Ante el juez, Richard Ramírez mostró una estrella de cinco puntas invertida dibujada sobre la palma de su mano, mientras decía "Hail Satan!": una muestra del comportamiento del que haría gala durante todo su juicio.
Acusado de cuarenta y cinco cargos, trece de asesinato, Richard Ramírez fue condenado a diecinueve penas de muerte. Actualmente sigue en el corredor de la muerte, recibiendo cartas de sus muchas fans. Una de ellas, la editora Doreen Lioy, se casó con él en 1996.
Pizza Richard Ramírez
Para esta pizza no vamos a reparar en ingredientes fuertes y olorosos, que nos dejen un aliento bien apestoso, aunque seguro que no tanto como el del asesino de hoy, que llegaba incluso a producir arcadas a los que lo olían. Pero al comer esta pizza nadie tendrá arcadas, ni mucho menos, porque está muy rica.
Untamos la base con salsa de tomate, y luego echamos muchos trozos de queso azul. Los pedazos de queso, aterrados y pálidos, esperan por toda la pizza a ser atacados por nuestros dientes, igual que tantos ciudadanos a lo largo de la ciudad de Los Angeles perdían el sueño, con razón, por culpa del Night Stalker.
También añadimos cebolla, que va a contribuír a nuestro mal aliento y también a la deliciosidad de esta infernal pizza.
Y digo infernal porque va a picar mucho, ya que, después de cubrirlo todo con mozzarella, espolvoreamos pimentón picante de forma que dibujemos un pentáculo rojo sobre la pizza, como los que Richard Ramírez pintaba sobre los cadáveres de sus víctimas o en su propia mano.
En la foto podéis ver el bonito resultado. Si os queda bien, podéis hacer una foto también y enseñársela a vuestro primo pequeño, o a quien queráis. Incluso podríais mandársela a Richard Ramírez a prisión. En el corredor de la muerte no debe haber mucho que hacer, y creo que tiene fama de responder bastantes cartas.
Ingredientes:
-Salsa de tomate
-Queso azul
-Cebolla
-Pimentón picante
-Mozzarella rallada
¡Buen provecho!
martes, 7 de diciembre de 2010
John George Haigh
John George Haigh (24 de Julio de 1909 - 10 de Agosto de 1949, Inglaterra), "el asesino del baño de ácido", fue un asesino en serie que Holmes y DeBurger clasificarían como "orientado hacia la comodidad", ya que no solo mataba por placer, sino que también extraía importantes ganancias materiales de ello.
Y es que Haigh no tenía ningún pudor a la hora de engañar, estafar y hacer lo necesario para obtener beneficios, como demostró ya en su primera condena por fraude. En prisión tuvo tiempo para planear lo que consideraba el asesinato perfecto, consistente en disolver el cadáver en ácido.
Y así lo hizo con todas sus víctimas: engañando a familiares, falsificando cartas... hacía creer a los demás que las personas a las que Haigh golpeaba o disparaba, antes de rajarlas, beber su sangre e introducir sus retorcidos cadáveres en un cubo de ácido sulfúrico, se hallaban vivas en alguna parte. Y mientras, su asesino daba buena cuenta de su dinero.
Fue el descubrimiento de sus estafas y robos el que llevó a la policía a atrapar a Haigh. Se le conocen seis víctimas demostradas: un amigo al que robó la casa y el dinero, los dos padres de este amigo, una pareja que conoció a través de un anuncio para vender una casa, y una anciana viuda a la que también gustó de saquear.
Haigh confesó haber matado a tres personas más (un total de nueve), aunque estas no se pudieron comprobar.
También contó que, en realidad, había asesinado para beber la sangre de sus víctimas, y así lo explicó detalladamente en su confesión, describiendo también un sueño recurrente suyo en el que se veía obligado a beber sangre de unos crucifijos, que se transformaban en árboles agonizantes y sangrantes. Sin embargo, teniendo en cuenta los beneficios que obtuvo de sus crimenes, varios doctores consideraron que no se trataba de un loco, como intentó hacer ver su abogado. Fue ahorcado en 1949.
Pizza John George Haigh
Ácido. Como hicimos en la pizza de H. H. Holmes, para representar este elemento vamos a usar ese típico ingrediente de la pizza parte dulce, parte ácido que es la piña, no antes de poner salsa de tomate sobre la base.
Además, los cadáveres pasados por ácido sulfúrico se convertían en una sustancia pastosa que, por su textura, quizá podría pasar por queso de cabra fresco, otro ingrediente muy bueno y que con la piña combina muy bien.
Por encima echamos pimentón dulce, que parece la sangre que John George Haigh consumía ávidamente.
Y, por encima de todo, echamos una cantidad pequeña de queso rallado para pasta (hoy pasamos de la mozzarella), sin pasarnos, que ya tenemos queso de cabra. Este queso rallado queda crujiente al hornearlo, y, al morderlo, sonará como los huesos que se rompen cuando se aplasta y dobla un cadáver para introducirlo por completo en un barril de ácido.
Ingredientes:
-Salsa de tomate
-Piña
-Queso de cabra fresco
-Pimentón dulce
-Queso rallado
¡Buen provecho!
Y es que Haigh no tenía ningún pudor a la hora de engañar, estafar y hacer lo necesario para obtener beneficios, como demostró ya en su primera condena por fraude. En prisión tuvo tiempo para planear lo que consideraba el asesinato perfecto, consistente en disolver el cadáver en ácido.
Y así lo hizo con todas sus víctimas: engañando a familiares, falsificando cartas... hacía creer a los demás que las personas a las que Haigh golpeaba o disparaba, antes de rajarlas, beber su sangre e introducir sus retorcidos cadáveres en un cubo de ácido sulfúrico, se hallaban vivas en alguna parte. Y mientras, su asesino daba buena cuenta de su dinero.
Fue el descubrimiento de sus estafas y robos el que llevó a la policía a atrapar a Haigh. Se le conocen seis víctimas demostradas: un amigo al que robó la casa y el dinero, los dos padres de este amigo, una pareja que conoció a través de un anuncio para vender una casa, y una anciana viuda a la que también gustó de saquear.
Haigh confesó haber matado a tres personas más (un total de nueve), aunque estas no se pudieron comprobar.
También contó que, en realidad, había asesinado para beber la sangre de sus víctimas, y así lo explicó detalladamente en su confesión, describiendo también un sueño recurrente suyo en el que se veía obligado a beber sangre de unos crucifijos, que se transformaban en árboles agonizantes y sangrantes. Sin embargo, teniendo en cuenta los beneficios que obtuvo de sus crimenes, varios doctores consideraron que no se trataba de un loco, como intentó hacer ver su abogado. Fue ahorcado en 1949.
Pizza John George Haigh
Ácido. Como hicimos en la pizza de H. H. Holmes, para representar este elemento vamos a usar ese típico ingrediente de la pizza parte dulce, parte ácido que es la piña, no antes de poner salsa de tomate sobre la base.
Además, los cadáveres pasados por ácido sulfúrico se convertían en una sustancia pastosa que, por su textura, quizá podría pasar por queso de cabra fresco, otro ingrediente muy bueno y que con la piña combina muy bien.
Por encima echamos pimentón dulce, que parece la sangre que John George Haigh consumía ávidamente.
Y, por encima de todo, echamos una cantidad pequeña de queso rallado para pasta (hoy pasamos de la mozzarella), sin pasarnos, que ya tenemos queso de cabra. Este queso rallado queda crujiente al hornearlo, y, al morderlo, sonará como los huesos que se rompen cuando se aplasta y dobla un cadáver para introducirlo por completo en un barril de ácido.
Ingredientes:
-Salsa de tomate
-Piña
-Queso de cabra fresco
-Pimentón dulce
-Queso rallado
¡Buen provecho!
sábado, 4 de diciembre de 2010
François l'Olonnais
Jean David Nau (¿1635? - 1668), más conocido como François l'Olonnais (o "El Olonés" entre los españoles), fue un capitán pirata francés, cuya especial brutalidad y sadismo le dio fama entre sus enemigos y entre sus propios hombres.
Habiendo llegado al Caribe como sirviente, al ser liberado de sus deberes descubrió que se encontraba a gusto entre piratas y aventureros. Un día que auguraba sangrientos presagios, el gobernador francés de Tortuga le proporcionó al Olonés el mando una nave con la que echarse a la mar a hacer fortuna.
Los pueblos españoles de Centroamérica, y los barcos de la misma nacionalidad que viajaban por los mares de sus costas, eran, en aquella época, el objetivo de todo pirata que se preciara, y no lo fueron menos para el Olonés, que pronto se ganó la reputación de cruel e inmisericorde. Los enemigos de tan temible pirata bien podían preferir morir antes que caer vivos en sus manos, ya que Jean David Nau gustaba de torturar a sus prisioneros cortándoles rodajas de carne, quemándolos o sacándoles los ojos.
François l'Olonnais demostró también sus cualidades de superviviente cuando, tras sufrir un naufragio en la costa de Yucatán, su tripulación fue aniquilada casi por completo por unos españoles, que no tardarían en celebrar la falsa muerte del capitán. Camuflado primero entre los cadáveres, y luego como un español más, el Olonés logró huir y rehacer su flota, que creció hasta componerse de ocho naves.
François l'Olonnais y sus violentos mercenarios continuaron arrasando con las colonias y naves españolas, matando, saqueando y violando por doquier. Se dice que obtuvieron grandes riquezas, que los piratas dilapidaban con premura en tabernas y prostíbulos.
Cerca ya de su muerte, el Olonés protagonizó una grotesca escena cuyo recuerdo nos ha llegado hasta hoy, perfecto símbolo de la extrema violencia de la que hacía gala. Interrogando a dos españoles capturados, tras sufrir una emboscada, parcialmente fallida, por parte de estos, rajó el pecho de uno de los prisioneros con su cuchillo, le extrajo el corazón con la mano y se lo comió frente al otro.
Los españoles de la época nunca pudieron dar caza al pirata que a tantos de los suyos había masacrado y torturado. Y, sin embargo, murió violentamente, pero no por su mano.
Poco después del incidente del corazón, François l'Olonnais fue capturado por la tribu indígena panameña Kuna, que practicaba el canibalismo. Gracias a uno de sus hombres, que salió con vida de aquella situación, sabemos que los indígenas despedazaron, cocinaron y se comieron al Olonés.
Pizza François l'Olonnais o Pizza Olonesa
¿Qué tal os han sentado estos últimos párrafos? Os han abierto el apetito, ¿verdad? Ya sé yo que sí, pillines. Pero ya sabéis que en Asesinos y Pizzas no se aprueba, en principio, el consumo de carne humana. Así que, para compatibilizar nuestra pizza de hoy con la historia de tan infame pirata, la vamos a hacer marinera. No podía ser de otra forma.
Una vez untada con salsa de tomate, cubrimos la base de la pizza con bonito. Mirad bien cómo queda. Será como observar la versión inocente y culinaria de los cadáveres descuartizados de cientos de españoles del siglo XVII, yaciendo sobre un charco de su propia sangre.
Abrimos también una lata de mejillones, y sacamos unos cuantos para poner en la pizza. Recordad mientras lo hacéis el pecho abierto de aquel pobre español, y a nuestro asesino de hoy sacando su corazón para comérselo.
Y ahora añadimos un clásico de las pizzas, que aún no había hecho acto de presencia en este blog: anchoas. Tan saladas como el agua de mar, y de un sabor tan fuerte como las vaginas de las prostitutas que esperaban en la costa a los piratas del Caribe, ¡arrr! Estos no son como Johnny Depp, ¿eh?
¡Ah! Y claro, al final, como casi siempre, añadimos una buena cantidad de rica mozzarella.
Ingredientes
-Salsa de tomate
-Bonito
-Mejillones
-Anchoas
-Mozzarella rallada
¡Buen provecho!
Habiendo llegado al Caribe como sirviente, al ser liberado de sus deberes descubrió que se encontraba a gusto entre piratas y aventureros. Un día que auguraba sangrientos presagios, el gobernador francés de Tortuga le proporcionó al Olonés el mando una nave con la que echarse a la mar a hacer fortuna.
Los pueblos españoles de Centroamérica, y los barcos de la misma nacionalidad que viajaban por los mares de sus costas, eran, en aquella época, el objetivo de todo pirata que se preciara, y no lo fueron menos para el Olonés, que pronto se ganó la reputación de cruel e inmisericorde. Los enemigos de tan temible pirata bien podían preferir morir antes que caer vivos en sus manos, ya que Jean David Nau gustaba de torturar a sus prisioneros cortándoles rodajas de carne, quemándolos o sacándoles los ojos.
François l'Olonnais demostró también sus cualidades de superviviente cuando, tras sufrir un naufragio en la costa de Yucatán, su tripulación fue aniquilada casi por completo por unos españoles, que no tardarían en celebrar la falsa muerte del capitán. Camuflado primero entre los cadáveres, y luego como un español más, el Olonés logró huir y rehacer su flota, que creció hasta componerse de ocho naves.
François l'Olonnais y sus violentos mercenarios continuaron arrasando con las colonias y naves españolas, matando, saqueando y violando por doquier. Se dice que obtuvieron grandes riquezas, que los piratas dilapidaban con premura en tabernas y prostíbulos.
Cerca ya de su muerte, el Olonés protagonizó una grotesca escena cuyo recuerdo nos ha llegado hasta hoy, perfecto símbolo de la extrema violencia de la que hacía gala. Interrogando a dos españoles capturados, tras sufrir una emboscada, parcialmente fallida, por parte de estos, rajó el pecho de uno de los prisioneros con su cuchillo, le extrajo el corazón con la mano y se lo comió frente al otro.
Los españoles de la época nunca pudieron dar caza al pirata que a tantos de los suyos había masacrado y torturado. Y, sin embargo, murió violentamente, pero no por su mano.
Poco después del incidente del corazón, François l'Olonnais fue capturado por la tribu indígena panameña Kuna, que practicaba el canibalismo. Gracias a uno de sus hombres, que salió con vida de aquella situación, sabemos que los indígenas despedazaron, cocinaron y se comieron al Olonés.
Pizza François l'Olonnais o Pizza Olonesa
¿Qué tal os han sentado estos últimos párrafos? Os han abierto el apetito, ¿verdad? Ya sé yo que sí, pillines. Pero ya sabéis que en Asesinos y Pizzas no se aprueba, en principio, el consumo de carne humana. Así que, para compatibilizar nuestra pizza de hoy con la historia de tan infame pirata, la vamos a hacer marinera. No podía ser de otra forma.
Una vez untada con salsa de tomate, cubrimos la base de la pizza con bonito. Mirad bien cómo queda. Será como observar la versión inocente y culinaria de los cadáveres descuartizados de cientos de españoles del siglo XVII, yaciendo sobre un charco de su propia sangre.
Abrimos también una lata de mejillones, y sacamos unos cuantos para poner en la pizza. Recordad mientras lo hacéis el pecho abierto de aquel pobre español, y a nuestro asesino de hoy sacando su corazón para comérselo.
Y ahora añadimos un clásico de las pizzas, que aún no había hecho acto de presencia en este blog: anchoas. Tan saladas como el agua de mar, y de un sabor tan fuerte como las vaginas de las prostitutas que esperaban en la costa a los piratas del Caribe, ¡arrr! Estos no son como Johnny Depp, ¿eh?
¡Ah! Y claro, al final, como casi siempre, añadimos una buena cantidad de rica mozzarella.
Ingredientes
-Salsa de tomate
-Bonito
-Mejillones
-Anchoas
-Mozzarella rallada
¡Buen provecho!
domingo, 28 de noviembre de 2010
Armin Meiwes, el caníbal de Rotemburgo
Armin Meiwes, actualmente preso, era, al comenzar el año 2001, un técnico informático y ex-militar alemán de currículum impecable, amable y educado, que, por las noches, fantaseaba con sus sórdidos deseos, los cuales le convirtieron en uno de los caníbales más famosos del mundo.
Meiwes soñaba con matar y comer carne humana, y el disco duro e historial de navegación de su ordenador eran testigos de ello: imágenes de sangrientos accidentes con los que se excitaba, foros en los que compartía sus anhelos con otros como él...
Fue en uno de estos foros donde anunció su propuesta: quería comerse a alguien de verdad. Muchos respondieron, pero pocos llegaron a ir a casa de Meiwes, y, de estos, casi todos cambiaron de idea una vez allí. El caníbal en ciernes dejaba marchar a aquellos que no estuvieran seguros: no quería forzarles.
El único que llevó su deseo de ser devorado hasta las últimas consecuencias fue Bernd-Juergen Brandes, un ingeniero de mediana edad, declarado bisexual, y que ansiaba desde hacía tiempo ser el plato fuerte en la comida de alguien: la pareja perfecta para Meiwes.
Tras inflarse a alcohol y pastillas para aplacar el dolor, y delante de una cámara que grabó el horror acaecido el 9 de marzo de 2001 en aquella casa, Brandes dio su permiso para que Meiwes lo matara y se lo comiera.
Acto seguido, Brandes contempló cómo su deseo más salvaje se empezaba a hacer realidad: su compañero para aquel sórdido encuentro le seccionó el pene con un cuchillo. Ambos lo intentaron morder, pero era imposible de masticar. Así pues, Armin Meiwes lo frió con sal, pimienta y ajo. A continuación se lo comieron entre los dos.
A pesar del severo desangramiento de Brandes, aún no estaba muerto cuando Meiwes lo apuñaló, acabando finalmente con su vida. A continuación, este cortó su carne y la guardó en la nevera, y procedió a alimentarse con ella durante las siguientes semanas.
En la foto, Brandes. Como mínimo, tan loco como Meiwes.
Pronto, Meiwes quiso repetir su satisfactoria experiencia asesina, y puso un nuevo anuncio, explicando en él que ya tenía experiencia con canibalismo real. A alguien no le pareció bien que aquel hombre se comiera gente y luego lo anunciara por internet, así que avisó a la policía.
Los agentes que inspeccionaron la casa de Meiwes encontraron la cinta en la que se hallaba registrado el extraño suceso.
Armin Meiwes fue condenado, inicialmente, a ocho años de prisión, pero una revisión posterior del juicio lo condenó a cadena perpetua, basándose en que la víctima no estaba en condiciones mentales legalmente aceptables al permitir su propio homicidio.
Pizza Armin Meiwes
Untamos la base de la pizza con salsa de tomate (sorpresa), y, a continuación, ponemos una salchicha (o más de una, según el tamaño) cortada en rodajas sobre el tomate. ¿Tengo que explicar por qué?
Luego añadimos champiñones, cuya forma nos puede recordar, echándole imaginación, a un amputado y encogido pene. Vale, ahora lo he explicado... Todo esto suena asqueroso, pero os aseguro que está muy rico: pruebo todas las pizzas antes de ponerlas.
A continuación echamos ajo en polvo, un ingrediente que también utilizó Meiwes en su día, y que así en polvo le va muy bien a la pizza.
Y, finalmente, la mozzarella.
Ingredientes:
-Salsa de tomate
-Salchicha
-Champiñón
-Ajo rallado
-Mozzarella rallada
¡Buen provecho!
Meiwes soñaba con matar y comer carne humana, y el disco duro e historial de navegación de su ordenador eran testigos de ello: imágenes de sangrientos accidentes con los que se excitaba, foros en los que compartía sus anhelos con otros como él...
Fue en uno de estos foros donde anunció su propuesta: quería comerse a alguien de verdad. Muchos respondieron, pero pocos llegaron a ir a casa de Meiwes, y, de estos, casi todos cambiaron de idea una vez allí. El caníbal en ciernes dejaba marchar a aquellos que no estuvieran seguros: no quería forzarles.
El único que llevó su deseo de ser devorado hasta las últimas consecuencias fue Bernd-Juergen Brandes, un ingeniero de mediana edad, declarado bisexual, y que ansiaba desde hacía tiempo ser el plato fuerte en la comida de alguien: la pareja perfecta para Meiwes.
Tras inflarse a alcohol y pastillas para aplacar el dolor, y delante de una cámara que grabó el horror acaecido el 9 de marzo de 2001 en aquella casa, Brandes dio su permiso para que Meiwes lo matara y se lo comiera.
Acto seguido, Brandes contempló cómo su deseo más salvaje se empezaba a hacer realidad: su compañero para aquel sórdido encuentro le seccionó el pene con un cuchillo. Ambos lo intentaron morder, pero era imposible de masticar. Así pues, Armin Meiwes lo frió con sal, pimienta y ajo. A continuación se lo comieron entre los dos.
A pesar del severo desangramiento de Brandes, aún no estaba muerto cuando Meiwes lo apuñaló, acabando finalmente con su vida. A continuación, este cortó su carne y la guardó en la nevera, y procedió a alimentarse con ella durante las siguientes semanas.
En la foto, Brandes. Como mínimo, tan loco como Meiwes.
Pronto, Meiwes quiso repetir su satisfactoria experiencia asesina, y puso un nuevo anuncio, explicando en él que ya tenía experiencia con canibalismo real. A alguien no le pareció bien que aquel hombre se comiera gente y luego lo anunciara por internet, así que avisó a la policía.
Los agentes que inspeccionaron la casa de Meiwes encontraron la cinta en la que se hallaba registrado el extraño suceso.
Armin Meiwes fue condenado, inicialmente, a ocho años de prisión, pero una revisión posterior del juicio lo condenó a cadena perpetua, basándose en que la víctima no estaba en condiciones mentales legalmente aceptables al permitir su propio homicidio.
Pizza Armin Meiwes
Untamos la base de la pizza con salsa de tomate (sorpresa), y, a continuación, ponemos una salchicha (o más de una, según el tamaño) cortada en rodajas sobre el tomate. ¿Tengo que explicar por qué?
Luego añadimos champiñones, cuya forma nos puede recordar, echándole imaginación, a un amputado y encogido pene. Vale, ahora lo he explicado... Todo esto suena asqueroso, pero os aseguro que está muy rico: pruebo todas las pizzas antes de ponerlas.
A continuación echamos ajo en polvo, un ingrediente que también utilizó Meiwes en su día, y que así en polvo le va muy bien a la pizza.
Y, finalmente, la mozzarella.
Ingredientes:
-Salsa de tomate
-Salchicha
-Champiñón
-Ajo rallado
-Mozzarella rallada
¡Buen provecho!
jueves, 25 de noviembre de 2010
Mary Bell
Mary Flora Bell (26 de mayo de 1957) fue en su momento una muy prematura asesina en serie, que, con tan solo diez y once años de edad, acabó con la vida de dos niños en Scotswood, Inglaterra.
Parece ser que la madre de Mary Bell, prostituta especialista en sadomasoquismo, abusaba sexualmente de su hija durante los encuentros con sus clientes. Quizá de ahí provenía el malsano odio que convirtió a Mary en una pequeña psycho-killer.
La primera víctima de Mary (Martin Brown, de cuatro años) fue estrangulada en una casa abandonada el 25 de mayo de 1968. Cuando el cadáver de Martin fue descubierto, la policía lo creyó fruto de un accidente, más aún teniendo en cuenta el bote de aspirinas encontrado junto al chico.
Y fue así a pesar del comportamiento posterior de Mary Bell y de su cómplice, Norma Bell (sin relación familiar), a la que Mary quiso enseñar el cadáver (sin éxito) una vez cometido el acto. Mary y Norma llamaban regularmente a la puerta de la tía de Martin Brown, y, con una sonrisa en la boca, la avasallaban a preguntas como "¿Echas de menos a Martin?" y "¿Has llorado?".
En una ocasión, Bell fue a ver a la madre de Martin Brown, y le preguntó si podía ver al chico. "No, cielo, Martin está muerto". "Ya sé que está muerto", contestó Mary Bell. "Quería verlo dentro de su ataúd".
El 31 de julio de 1968, Mary Bell llevó a Brian Howe, de tres años, a un descampado en el que los niños jugaban a veces. Allí, lo estranguló hasta matarlo. Luego, con unas tijeras, lo apuñaló, mutiló sus genitales, y firmó en su pecho con una N que luego convirtió en M.
Posteriormente, Mary mostró a Norma su obra, y también acompañó a la hermana mayor de Brian a buscar al niño, guiándola y pretendiendo que lo encontrara muerto. Sin embargo, ella no se acercó a donde Mary le señalaba, porque opinaba que Brian nunca jugaría en un lugar tan peligroso. El cadáver fue hallado más tarde por la policía.
El detective Dobson, encargado del caso, declaró que, el día del entierro de Brian Howe, Mary Bell reía y se frotaba las manos mientras miraba el ataúd del muchacho.
Mary Bell fue arrestada tras ser delatada por su compinche Norma, y, a pesar del intento de Mary de acusar a su amiga (una de las muchas y contínuas mentiras de las que hizo gala), Dobson y los suyos descubrieron fácilmente la terrible verdad, oculta tras la sonrisa de aquella niña de once años.
Mary Bell con 16 años.
Mary Bell fue declarada culpable e internada en un centro de menores. Permaneció presa hasta 1980, cuando fue liberada con veintitres años de edad. En 1984, dio a luz a su hija. Aparentemente, Bell está reformada desde su encarcelamiento. A día de hoy, su caso sigue dando que hablar.
Pizza Mary Bell
Pocos niños hay a los que no les guste la pizza. Pero vamos a rizar el rizo, y a hacerla con ingredientes del gusto de la mayoría de infantes. Nada de verduras: vamos a cocinar una pizza de nuggets de pollo, que compraremos en la sección de congelados del supermercado. Un producto que podríamos encontrar en muchos menús infantiles de comida rápida.
Primero, untamos la base de la pizza con salsa barbacoa, nos olvidamos del tomate esta vez. Luego, ponemos los nuggets sobre ella. Fijaos en que los nuggets que hayáis comprado se puedan hacer al horno, y no solo en la freidora, antes de ponerlos en vuestra pizza. Siempre viene indicado en la caja.
Los nuggets congelados sobre el charco de salsa barbacoa pueden asemejarse, en vuestra imaginación, a los cadáveres de niños pequeños, quizá en posición fetal: para alejar este pensamiento de vuestra mente, tapadlo todo con mozzarella rallada. Y, encima de todo, espolvoreamos un poco de orégano. El resultado: una pizza tan dulce y tierna como la sonrisa de una niña asesina.
Ingredientes:
-Salsa barbacoa
-Nuggets de pollo congelados
-Mozzarella rallada
-Orégano
¡Buen provecho!
Parece ser que la madre de Mary Bell, prostituta especialista en sadomasoquismo, abusaba sexualmente de su hija durante los encuentros con sus clientes. Quizá de ahí provenía el malsano odio que convirtió a Mary en una pequeña psycho-killer.
La primera víctima de Mary (Martin Brown, de cuatro años) fue estrangulada en una casa abandonada el 25 de mayo de 1968. Cuando el cadáver de Martin fue descubierto, la policía lo creyó fruto de un accidente, más aún teniendo en cuenta el bote de aspirinas encontrado junto al chico.
Y fue así a pesar del comportamiento posterior de Mary Bell y de su cómplice, Norma Bell (sin relación familiar), a la que Mary quiso enseñar el cadáver (sin éxito) una vez cometido el acto. Mary y Norma llamaban regularmente a la puerta de la tía de Martin Brown, y, con una sonrisa en la boca, la avasallaban a preguntas como "¿Echas de menos a Martin?" y "¿Has llorado?".
En una ocasión, Bell fue a ver a la madre de Martin Brown, y le preguntó si podía ver al chico. "No, cielo, Martin está muerto". "Ya sé que está muerto", contestó Mary Bell. "Quería verlo dentro de su ataúd".
El 31 de julio de 1968, Mary Bell llevó a Brian Howe, de tres años, a un descampado en el que los niños jugaban a veces. Allí, lo estranguló hasta matarlo. Luego, con unas tijeras, lo apuñaló, mutiló sus genitales, y firmó en su pecho con una N que luego convirtió en M.
Posteriormente, Mary mostró a Norma su obra, y también acompañó a la hermana mayor de Brian a buscar al niño, guiándola y pretendiendo que lo encontrara muerto. Sin embargo, ella no se acercó a donde Mary le señalaba, porque opinaba que Brian nunca jugaría en un lugar tan peligroso. El cadáver fue hallado más tarde por la policía.
El detective Dobson, encargado del caso, declaró que, el día del entierro de Brian Howe, Mary Bell reía y se frotaba las manos mientras miraba el ataúd del muchacho.
Mary Bell fue arrestada tras ser delatada por su compinche Norma, y, a pesar del intento de Mary de acusar a su amiga (una de las muchas y contínuas mentiras de las que hizo gala), Dobson y los suyos descubrieron fácilmente la terrible verdad, oculta tras la sonrisa de aquella niña de once años.
Mary Bell con 16 años.
Mary Bell fue declarada culpable e internada en un centro de menores. Permaneció presa hasta 1980, cuando fue liberada con veintitres años de edad. En 1984, dio a luz a su hija. Aparentemente, Bell está reformada desde su encarcelamiento. A día de hoy, su caso sigue dando que hablar.
Pizza Mary Bell
Pocos niños hay a los que no les guste la pizza. Pero vamos a rizar el rizo, y a hacerla con ingredientes del gusto de la mayoría de infantes. Nada de verduras: vamos a cocinar una pizza de nuggets de pollo, que compraremos en la sección de congelados del supermercado. Un producto que podríamos encontrar en muchos menús infantiles de comida rápida.
Primero, untamos la base de la pizza con salsa barbacoa, nos olvidamos del tomate esta vez. Luego, ponemos los nuggets sobre ella. Fijaos en que los nuggets que hayáis comprado se puedan hacer al horno, y no solo en la freidora, antes de ponerlos en vuestra pizza. Siempre viene indicado en la caja.
Los nuggets congelados sobre el charco de salsa barbacoa pueden asemejarse, en vuestra imaginación, a los cadáveres de niños pequeños, quizá en posición fetal: para alejar este pensamiento de vuestra mente, tapadlo todo con mozzarella rallada. Y, encima de todo, espolvoreamos un poco de orégano. El resultado: una pizza tan dulce y tierna como la sonrisa de una niña asesina.
Ingredientes:
-Salsa barbacoa
-Nuggets de pollo congelados
-Mozzarella rallada
-Orégano
¡Buen provecho!
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